Los mejores inventos de la humanidad (II): Las aceitunas rellenas [de cualquier cosa]...

Queridos amigos, vaya manjar el que hoy nos ocupa. Ni más ni menos que la aceituna, la oliva, tan castiza y a la vez tan refinada, porque siempre encontraras una aceituna a la medida de la ocasión. Si das una fiesta, rellena de anchoa; si vas a una boda, aceitunas con hueso; si vas a comer al pueblo, o al campo de tus amigos, aceitunas partidas; si estas en la feria, aceitunas rellenas de pimientos; si te da el punto exótico (y algo pervertido), las aceitunas violadas, o con un pepinillo; y ya el acabose, si vas andando por el mercado de Málaga... aceitunas rellenas de ajo!.

Después de esta enumeración, cual Bubba en Forrest Gump, se nos abre un maravilloso mundo de posibilidades y sabores que hacen de la aceituna un aperitivo imprescindible en cualquier celebración (o no-celebración) que se precie. Cabe destacar el papel poco conocido en estos casos de aquella persona anónima que rellena las aceitunas, un puesto de trabajo equiparable al de aquellas personas que ponen el jamon de york a las pizzas congeladas o a los que pelan las pipas que forman parte de los paquetes de 'pipas peladas'. En el caso concreto de las aceitunas solo actúan en el caso de rellenar las aceitunas con pepinillos (osea, violadores de aceitunas) y en el caso recientemente descubierto de rellenarlas con ajo (en el caso de las aceitunas con hueso ya se encarga la madre naturaleza, que para eso es muy sabia y no deja marca al abrir la aceituna para meterle el hueso), el resto, han sido sustituidas por impersonales máquinas que hacen de este un trabajo frío, distante y falto de cariño. ¿Qué sería de nosotros sin su presencia? Pensadlo, y ya me contáis que tal.

Cuidaos.