lunes, abril 09, 2007

Una verdad incómoda...

El otro día me paré a pensar en todas las cosas que nos cuentan, nos han contado y nos contarán sobre el cambio climático, porque según un estudio de reciente aparición, los científicos creen que ya no hay marcha atrás, ya sólo queda prepararse para el fin, y nosotros, los que vivimos en la costa, prepararnos para emigrar, pues nuestras casas formarán parte la nueva Atlántida del fondo del mar.

Después de esta apocalíptica noticia rememoraba yo los años en los que la primavera y el otoño existían. Los niños de hoy en día estudian que hay cuatro estaciones a lo largo del año, y muchos de ellos no las han vivido nunca. Antes, lo que había entre el frío polar del invierno y el calor infernal del verano eran dos épocas de una temperatura espléndida que nos acondicionaba para afrontar de una manera menos brusca la llegada de la estación más cálida o más fría. Hoy en día no, todo es más visceral, más brusco, y lo mismo hace un frío de cojones que te estás asando de calor, sin término medio posible, y sin una regularidad que pueda vislumbrar algún vestigio de 'estación'. Cuando acabas de sacar la ropa de verano se te pone a llover y cuando vuelves a sacar la bufanda y el chubasquero te encuentras a la vecina bajando a la piscina, así no hay quién pare.

Me acuerdo cuando un 28 de Febrero teníamos tanto calor que nos saltamos las dos últimos horas de un viernes de instituto para ir a casa, ponernos el bañador y bajarnos a la playa a bañarnos. Eso es un clima normal: cuando a finales de Febrero empieza a hacer calor y cuando llegado Septiembre tienes que empezar a ponerte camisetas de manga larga. No como ahora, que es 9 de Abril y llueve a cántaros, o como el año pasado, que el 15 de Noviembre estábamos en bermudas.

Eso hoy en día es impensable, y las generaciones venideras olvidarán qué fue de la primavera y el otoño. Grandes canciones, películas, fotografías... pareceran ciencia ficción recreada por ordenador, locuras de ruidosos artistas que una vez soñaron con un mundo mejor.

Y yo me pregunto que si ese cambio, eso que nos está ocurriendo, si eso lo noto yo, lo nota mi vecina, y lo nota hasta el kiokero del barrio... ¿no lo notan los señores directivos de las empresas que contaminan el medio ambiente, no lo notan los dueños de los pozos petrolíferos que impiden que se desarrolle el coche eléctrico...? Supongo que no. Ellos pasarán del aire acondicionado de su salón, al de su coche y de ahí al de su despacho, vivirán en una burbuja de aire acondicionado (que también contamina la atmósfera) mientras el común de los mortales se ahoga de calor en su terraza, se hiela de frío en su habitación o se ahoga en una tromba de agua mientras pasea por la calle. Eso sí, cuando llegue el día en que se enfrenten a la verdadera realidad (porque algún día habrá) quizá al abrir la puerta se encuentren con que la ahora infértil superficie habitable del planeta ha menguado considerablemente, al igual que su población.

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1 Comments:

Blogger Julio Rodríguez said...

Es una pena, pero es así... una pena. Sólo nos queda escribir, o "hacer imágenes", hablarlo con los demás, etc. para intentar cambiarlo... supongo...

8:50 p. m.  

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